Conferencia de Abel Alexander – 2025-05-31
La historia de la fotografía argentina ofrece un vasto panorama de técnicas y formatos que son de suma relevancia para la investigación familiar y genealógica en el siglo XIX. Estos métodos no solo capturaron la imagen de los individuos, sino que también proporcionaron pistas cruciales sobre su época, estatus social y las costumbres del momento.

Genealogía y Fotografía Antigua: Una Alianza Provechosa para la Historia Familiar
Abel Alexander, historiador fotográfico argentino, investigador y presidente de la Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía, nos compartió una fascinante charla sobre la conexión entre la genealogía y la fotografía antigua, una disciplina a la que se dedica por un legado familiar, siendo descendiente en quinta generación del pionero daguerrotipista alemán Adolfo Alexander.
La Búsqueda de la Trascendencia a Través del Rostro
Desde la antigüedad, los seres humanos han buscado dar testimonio de su existencia a través de diversos medios, como tumbas y pirámides, pero especialmente a través de sus rostros irrepetibles. El motivo profundo detrás de la creación de retratos es la ilusión de vencer a la muerte.
En Argentina, luego de 1810, los primeros retratistas se dedicaron a plasmar las figuras más sobresalientes y acomodadas de la sociedad que podían costear el posado en el atelier de un pintor. Sin embargo, la pintura presentaba una dificultad: era subjetiva y el retratista solía mejorar el rostro del cliente, satisfaciendo la vanidad de las personas. Las obras de estos pintores (como Prilidiano Pueyrredón o Amadeo Gras) se resguardan hoy en importantes museos nacionales.
La Revolución del Daguerrotipo (1839–1865)
Todo cambió en 1839, en París, con la presentación pública del invento de Nicéphore Niépce y Louis Mandé Daguerre: el daguerrotipo. Este proceso fue revelado al mundo por el Estado francés, siendo considerado tanto un arte como una ciencia.
El negocio principal del daguerrotipo era el retrato. Aunque el invento se liberó en 1839, las mejoras técnicas en óptica y química hicieron posible el retrato de personas recién en 1841.
Llegada a la Argentina: El primer registro de fotografías en el Río de la Plata data de enero de 1840 en Montevideo, cuando el sacerdote Luis Conte (quien tomó lecciones con el mismo Daguerre) llegó a bordo de la nave escuela flotante La Oriental. Los primeros daguerrotipistas se establecieron en Buenos Aires en 1843.
Características Clave del Daguerrotipo:
- Acta de nacimiento fotográfica argentina: 1843 (la iconografía fotográfica argentina comienza ahí).
- Positivo único: No había negativos para reproducir la imagen. La única forma de reproducción era tomarle otro daguerrotipo.
- Soporte: Cobre bañado en plata; la emulsión es de plata pura.
- Fidelidad y Costo: El proceso era muy costoso, por lo que estaba destinado a la clase más pudiente. Ofrecía un registro perfecto, conocido como el “espejo con memoria”.
- El Posado: Los retratos de estudio requerían que la persona posara inmóvil, a menudo sujeta por un aparato telescópico de hierro que sujetaba la nuca, lo que resultaba en poses solemnes.
- Conservación: Se entregaban en estuches de madera cubiertos de cuero (tafilete).
Las colecciones más importantes de daguerrotipos identificados en Argentina se encuentran en el Museo Histórico Nacional (alrededor de 122 piezas, incluyendo el de San Martín, tomado en París en 1848) y el Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján.
La Democratización de la Imagen (1860 en adelante)
El daguerrotipo (y su sucesor de corta duración, el ambrotipo, que utilizaba vidrio como soporte) fue reemplazado por el sistema negativo-positivo, inventado por William Henry Fox Talbot (Calotipo). Este sistema, mejorado con negativos de vidrio y el uso de albúmina (clara de huevo) como aglutinante, permitió copias múltiples y abarató los costos.
El gran avance llegó con Adolf Disdéri y el formato Carte de Visite (tarjeta de visita), que medía 6×9 cm.
La Cartomanía (1860–1900)
- Popularidad: La gente se retiraba del estudio con una docena de copias, fomentando el intercambio y la “cartomanía”. Esto multiplicó los estudios fotográficos, especialmente en Buenos Aires.
- Acceso masivo: Por primera vez, personas de clase media, como empleados públicos, podían pagar una docena de retratos. Esto dio origen al álbum fotográfico familiar.
- Formatos: Además de la Carte de Visite, se popularizó el Cabinet Card (10×14 cm a 10×16 cm), un segundo formato universal, que se utilizó hasta 1900.
- Día de la datación: Los fotógrafos, a diferencia de los daguerrotipistas, comenzaron a incluir su publicidad y firma en las cartulinas. Conocer los años de actividad del fotógrafo permite acotar la fecha de la toma de la foto.
La fotografía del siglo XIX se utilizó principalmente para retratos de estudio, pero también para otros fines, como documentar la Guerra del Paraguay y registrar vistas urbanas y rurales. La Plata, fundada en 1882, es considerada la primera ciudad del mundo en ser fotografiada desde su nacimiento (1884).
La Recuperación de la Historia Fotográfica Argentina
La historia de la fotografía argentina fue inicialmente invisibilizada, dominada por una perspectiva eurocéntrica o norteamericana.
El pionero en Argentina no fue un fotógrafo, sino un médico dedicado a la genealogía, el Dr. Julio Felipe Riobó, quien en la década de 1940 comenzó a coleccionar e investigar daguerrotipos que encontró mientras realizaba un árbol genealógico familiar. Riobó se convirtió en el primer investigador y coleccionista del país, publicando catálogos y ensayos fundamentales, aunque no tuvo seguidores inmediatos.
Posteriormente, a partir de la década de 1980, se fundó el Centro de Investigaciones y se inició la recuperación formal, culminando en la realización de Congresos de Historia de la Fotografía (el primero en 1992). Estos congresos han generado más de 500 trabajos de investigación, centrándose en las biografías de los fotógrafos locales (como el tatarabuelo del expositor, Adolfo Alexander).
Consejos Esenciales para Genealogistas
- Valoración y conservación: La inmensa mayoría de las fotografías antiguas (99%) se encuentran en casas de familia, no en museos ni archivos. Son una fuente inapreciable de documentación. Abel Alexander enfatiza: “No destruir sus fotografías antiguas. Ellas pertenecen al patrimonio cultural de nuestra nación”.
- Identificación: Si se conoce a las personas, es crucial llevar un registro o colocar un número a lápiz en la parte trasera de la foto con el nombre, lugar y fecha, para que no pierdan su identidad con el tiempo.
- Datación: Los procesos y formatos (Daguerrotipo, Ambrotipo, Carte de Visite, Cabinet Card) ayudan a datar las imágenes. Además, buscar el nombre del fotógrafo en diccionarios biográficos (como el de Juan Gómez) permite saber en qué período y lugar trabajó, acotando la fecha de la foto.
- Reproducción: Es importante digitalizar y conservar copias (por ejemplo, en plataformas como Family Search, según la recomendación de un oyente).
El estudio de la fotografía histórica es un lenguaje fabuloso que documenta cambios sociales y costumbres, como la moda de las “novias de negro” (fines del siglo XIX a principios del XX), que usaban el vestido para bodas con un tul blanco como símbolo de pureza y podían reutilizarlo después.
Analogía para la comprensión: Si la historia escrita de una familia es como un árbol genealógico seco, la fotografía antigua es como el “espejo con memoria” que le devuelve el follaje, permitiendo a los genealogistas no solo ver el nombre de un antepasado, sino enfrentarse a su rostro real, sus vestimentas y el estudio donde posó, transformando un dato frío en una vida recuperada.

